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La modelo internacional se instaló en Buenos Aires para terminar su carrera universitaria de arte y no dudó en convertirse en madre perruna por primera vez, junto a su marido.
Por Paula Labonia
Fotos: Soledad Fernandez Arana
¿Cómo llegó Egon a tu vida?
Yo siempre tuve perros, mi mamá rescata animales y tuvimos muchos gatitos también. Este último tiempo vivimos afuera con mi marido (N de la R: está casada con el fotógrafo Andrés Cigorraga Castex) y cuando volvimos a Buenos Aires nos decidimos. Me habían dicho que los boyeros son re amigables y vi que habían nacido un par. Cuando lo fui a ver me enamoré. Me quería traer también a su hermanita porque me partía el alma tener que separarlos, pero ya era mucho traer a los dos. Después me enteré que la adoptaron también a ella.
¿Cómo se porta?
Siempre se portó bien. Y quiere estar todo el tiempo al lado mío. Me sigue. Es súper pegote. A las 6 de la mañana viene y ya nos despierta.
¿Dónde duerme?
Tiene su camita espectacular pero no la usa. Le gusta dormir en el piso porque es más fresco. Tampoco nunca quiso dormir en la cama con nosotros porque le da calor.
¿Cómo es su rutina?
Con mi marido tratamos de organizarnos para no dejarlo solo. Es que ya es parte nuestra. Es un hijo. A las 8 de la mañana lo busca la paseadora, que la ama con todo su corazón. ¡La espera en la puerta! Después a la noche damos una vuelta, pero es medio vago. Tenemos la plaza a una cuadra y desde chiquito se sienta en un mismo banco. No quiere caminar ni jugar. Pasa la gente que lo conoce y me manda fotos de él en ese mismo banco. Eso sí, cuando vamos al campo es otro perro totalmente distinto: juega, se embarra, se mete en la pileta, se revuelca con los otros perros…
¿Son padres relajados?
Sí, yo ya me relajé porque, por ejemplo, sé que siempre hay pelos de él. Pero te acostumbras. Es nuestro primer perro juntos y nos cambió todo. Llegas a casa y te llena de alegría y amor. Es lo más.
¿A Egon le gusta la moda o es más reo?
Justo hablaba con mi mamá de eso. No puedo creer que no dura limpio jamás. No hay forma, va y se revuelca. Es súper reo. No se deja cepillar. Es tremendo.
¿A qué se debe su nombre?
Egon me gusta por Egon Schiele, mi pintor favorito. Creo que le sentó re bien el nombre porque es tranquilo, pensativo… me lo imagino como el pintor.
¿Ya se fueron de viaje con él?
Sí, nos fuimos en el verano a Punta del Este y la pasó súper. Tocó la playa y salió corriendo. Hacía pozos y se metía al agua. Para este invierno lo queremos llevar al Sur porque le encanta el frío. Y en septiembre, después de recibirme, voy a ir a trabajar afuera un par de meses, así que estamos averiguando para poder llevarlo. Sino se quedará con mi mamá o en el campo con sus amigos. El tema es que en febrero nos fuimos dos semanas y yo soñaba con él. ¡Mi marido me decía que era una intensa!
¿Qué estás estudiando en la facultad?
Estoy terminando el último año de Historia del Arte. Y hace un mes abrimos la Galería de arte en Retiro. Egon viene siempre, se tira en el medio todo despatarrado para llamar la atención.
Vos que viajaste mucho, ¿qué diferencias notás con otros países en cuanto al lugar que les dan a los animales?
Acá me ha pasado que una vez que se lastimó la patita no me levantó ningún taxi. Tuve que cargarlo a upa. Afuera son más flexibles, los perros son parte de la sociedad. Te pueden acompañar a todos lados. Creo que tendríamos que ir para ese lado. Yo soy súper humanizadora del animal. Hay gente que realmente se apoya en sus perros y cuenta con ellos para su estado de ánimo. En Nueva York tengo amigos que hasta los llevan a yoga y a la oficina.
Instagram: @dafnecejas
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