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Carolina Herrera es una fotógrafa con un plan perfecto, visibilizar con una estética que no se usaba generalmente en las campañas de adopción, a los perros y gatos que fueron rescatados para que consigan más rápido una familia. Además de ser parte de la ONG Pichichos al rescate, ella transita y participa en toda la cadena de proteccionismo. Con su proyecto Amico captura de forma excepcional a los perro o gatos y su conexión con sus humanos.
“Milo se convirtió en mi musa inspiradora y en un gran maestro para mí, por primera vez me hacía cargo de un ser vivo. Crecimos juntos, aprendí mucho y todo el amor que tenía por él hizo que quiera involucrarme más con su especie.”
“Documentaba desde jornadas de adopción hasta perros que ya estaban listos para encontrar a su familia definitiva. Al vivir en una sociedad sumamente visual la realidad era que publicando a los animales con fotos más “lindas” las adopciones se concretaban más rápido.”
cuenta @somosamico
BIO
Mi nombre es Carolina Herrera, sí como el famoso perfume.Tengo 29 años, soy fotógrafa y diseñadora gráfica entre muchas otras cosas. Soy mamá perruna de un bebé enorme llamado Milo y de una bebé con alas llamada Rumba, también soy mamá transitoria de muchos otros que pasan por casa y a los que les entrego todo mi amor. Desde que soy pequeña tengo dos grandes pasiones: los animales y la fotografía. Aprendí a conocer el mundo a través de esta ya que sacar fotos siempre fue mi manera de conectar con mi entorno, de hacer preguntas y buscar respuestas. Todo cambió con la llegada de Milo en 2011. En el 2017 arranqué como fotógrafa voluntaria para Soplo de vida y Pichichos al Rescate (ONG de la que hoy soy parte). Documentaba desde jornadas de adopción hasta pichichos que ya estaban listos para encontrar a su familia definitiva. A medida que fui descubriendo el mundo proteccionista supe que ese era mi lugar y terminé involucrándome de lleno como hogar de tránsito. Así fue cómo conocí al segundo amor de mi vida, mi viejita Rumba, quién llegó en tránsito en el 2018 y con la cuál nunca más separamos caminos hasta el año pasado cuando nos dejó para irse al cielo de los perros. Rumba a pesar de haber vivido casi toda su vida en el abandono volvió a confiar en nosotros y nos enseñó sobre segundas oportunidades pero más que nada nos hizo conocer el amor más puro de nuestra vida. Ella hizo que mi dedicación y ganas de involucrarme crecieran mucho más. A través de los años sin querer queriendo comencé a formar la comunidad de Amico, compartiendo mi experiencia, mi lucha y un poco de lo que era mi vida con Milo y Rumba.
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