Por: Guadalupe Santomé Osuna
PH: José Pereyra Lucena
Martitegui es, fue y será un gran amante de los perros. Está en contacto con ellos desde que tiene sólo tres años y desde entonces, una de sus más grandes premisas en la vida es la de pasar tiempo con sus amigos de cuatro patas y educar a sus dos hijos bajo esa misma premisa. Luego de la partida de Ulla, su amada weimaraner que despertó el amor por esta raza, llegaron Fruta y John casi sin quererlo. Estos dos perros cambiaron la dinámica de la casa y con sus distintas personalidades, le enseñan a él y al resto de su familia que las diferencias pueden convivir en armonía y que siempre se puede apostar a una mejor calidad de vida.
¿Cuál fue el primer recuerdo de un animal en tu vida?
El primer recuerdo de un animal en mi vida es un perro que tenía mi abuelo que lo tomé como propio que se llamaba Crique que estaba en Necochea, donde nací, y era un ovejero alemán. Para mi tamaño era muy grande, muy cariñoso y fue muy especial en mi vida porque lo tuve desde los tres años hasta los once. También cuando partió fue muy complicado para mí.
¿Cómo llegan John y Fruta a tu vida?
Yo había tenido otro weimaraner que se llamaba Ulla que también salió en OHMYDOG! y cuando nacieron mis hijos él estuvo con nosotros en su último año de vida y cuando partió esperamos porque yo en ese momento no quería tener más tiempo, pero no quería privar a los chicos de la relación con un animal, así que llegó Fruta cuando ellos tenían dos años. Ella tiene una deformación y en el criadero no la podían vender porque tiene como unos “cuernitos” que supuestamente la raza no puede tener, pero a nosotros nos encantan.
John apareció porque en un momento la red “Fundación 4 Patas” me cuenta que tenían un perro abandonado en una quinta y en ese momento me mandan la foto porque se estaba quedando en un departamento. En ese momento les dije: “bueno, tráiganlo (a mi casa) a ver como funciona”. John tiene varios problemas de salud, tiene una cardiopatía, toma un remedio a la mañana y a la noche. Cuando lo encontraron estaba muy, pero muy flaco y casi no comía… estaba muy arañado, se vé, que por un alambre de púas. Cuando lo traen, nos encariñamos y se quedó en casa.
¿Cómo es el vínculo de los perros con tus hijos?
Fruta es un cachorro de weimaraner y como todo bebé es super intensa y movediza, la relación con los chicos por ahora es un poco difícil porque es muy bruta y a veces tienen ciertas peleas porque ella se come los juguetes de ellos. La relación por ahora no estaría funcionando del todo bien (risas), pero van a estar bien. Y con John es diferente, los chicos lo aman realmente y él reacciona muy cariñosamente con ellos. Ellos lo besan, lo abrazan y lo acarician.
¿En qué se parecen a vos?
John en que es muy agradecido y Fruta en que es muy movediza.
¿Crees que es cierto que tener un perro te prepara un poco «para la paternidad»?
Me parece que todas las relaciones humanas y con animales te preparan para ser padre, porque al perro lo tenés que educar, le tenés que explicar que hacer y qué no hacer, encontrar una forma de comunicarte para que te entienda… a veces no entienden las palabras y hay que reemplazarlas por gestos o premios. Mi otra perra, Ulla, fue criada con mucha libertad. Es una metáfora muy interesante porque ella sabía andar sola por la calle, se quedaba en el cordón si venían autos, sabía cuándo quedarse afuera y adentro de casa, fue educada con mucha libertad y si se permite la comparación, aunque suene extraño, pretendo criar a mis hijos con esa misma libertad para que tomen sus propias decisiones o sepan donde están los peligros
John tiene ciertos problemas de salud, ¿cómo llevas eso?
Si, tiene una cardiopatía y después encontramos con el veterinario que también tiene problemas renales, así que también toma un remedio para los riñones y una úlcera en la próstata, que también está siendo tratada, pero está bien y es muy tranquilo. Él cambió todo, su mirada, su cara y es un perro contento. Nuestra casa es casi un hospital para John, como que estuvo en rehabilitación El tiempo que tenga preferimos que lo pase con nosotros y que sea feliz.
Hablemos un poco sobre la premisa de tu nuevo resto y la bajada de ‘no matarás animales’, ¿cómo surgió la idea ? ¿Qué es lo más importante a destacar?
Cuando pensé en el nuevo restaurante solés plantearte sobre lo que cocinas y lo que no cocinas. La verdad es que veníamos planteando platos vegetarianos hace ya un tiempo. Hice una experiencia en Mendoza cuando “Tegui” se mudó por dos meses en 2018 y 2019 y ahí dijimos: “bueno, vamos a sacrificar nuestros propios animales con respeto, los vamos a comer y vamos a usar las gallinas libres, porque necesitamos alimentarnos”. Sacrificamos nuestras propias truchas y gallinas, todo llegaba vivo y fue una experiencia que nos parecía que era como respetar al animal de alguna manera, pero terminó siendo algo que nos frustró mucho a casi todos, fundamentalmente a mí, porque fue muy doloroso. Yo creo que si todo el mundo tuviera que hacer eso, en vez de encontrar carne en una bandeja de supermercado, probablemente habría más vegetarianos. La situación de tener un animal así me hizo tomar conciencia de la brutalidad que significa eso, pero a la vez mi camino como cocinero había ido tendiendo siempre a usar más vegetales, porque me gustan y tienen mucho sabor. Lo que pasó fue que durante la pandemia empecé a meditar esa situación de matar animales y pensé en que algo había que cambiar en el mundo… yo quería tener un rol en eso, así que decidí que mi restaurante sea vegetariano.
¿Por qué tener un perro es mejor para la vida?
Las personas que vivimos en ciudades tenemos un contacto directo con la naturaleza a partir de los perros, podemos ver en ellos como se mueven y se comunican, son una gran compañía. He visto millones de cosas porque desde chico tuve un perro y la relación para jugar e interactuar es distinta. También tengo una experiencia con mi madre que en un momento de su vida pasó por una depresión muy fuerte y cuando le regalamos un perro hizo que ella pueda salir a pasear. La ayudó a sentirse acompañada. Ellos te dan mucho amor. Mientras que se pueda y puedas tenerlos en condiciones decentes, yo lo recomiendo.
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