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Luis Brandoni y Saula Benavente comparten la vida desde hace cuatro años. Su tiempo se divide entre la casa de Brandoni en Retiro y lo de Saula en Palermo, adonde comparten los espacios con Baldomero, el hijo de Saula y ocho tortugas, un sapo, gatos varios, Ema, una curiosa galga con un chufo de pelos en la cruz que se pasea con una pequeña gatita sobre el lomo y el capanga Pierre, un mestizo que se las trae. Un patio con cisnes dorados y todo tipo de plantas tropicales, estimulan la fantasía de visitantes y dueños de casa, pues allí, todo tiene una anécdota, un apodo, una historia y nada es lo que parece a simple vista. Quién no conoce a Luis Brandoni, actor argentino por excelencia, ex diputado y comprometido con su país? Saula es Directora de cine, productora y periodista. Juntos son una pareja explosiva. Aquí les presentamos su vida junto a sus extraños compañeros del reino animal.
Dónde nace el amor por los perros o el amor por los animales en general?
L: No tengo registro. En mi familia, si bien es toda urbana, siempre hubo animales. La anécdota familiar más lejana va a parar a cuando yo tenía 7 meses. Mi abuelo trabajaba de enfermero en un hospital y se robó varios ratones blancos, los llevó para la casa y los tenía sueltos. Parece que siempre andaban por el moisés donde me ponían a mí y yo disfrutaba mucho de que me caminen por encima. Por más raro que parezca, yo tengo un vago recuerdo de ese patio y de esas lauchas. Lo más probable es que lo haya construido con los relatos de los otros pero si, yo me acuerdo de esas ratas blancas!
S: Me gustan todos los animales. Un día me dí cuenta que no podía rechazar, sobre todo, a los mamíferos. Una especie que para crecer toma la teta de su madre. Listo, me enternece.
Luis no piensa lo mismo. Tienen sus límites. El mío: los insectos nomás.
Por qué la vida parece mejor con ellos?
S: Yo sí, siempre. Luis no, tuvo un perro de chico que cuando la familia salía, les robaba el pan duro y lo llevaba a la cama de sus padres. Luego tuvo otros, siempre de a uno. Lo mío es más exagerado. El promedio es de a dos perros. A los 20 años todavía vivía con mi mamá en Recoleta y apareció una gata en la puerta del edificio a los gritos. Fuí al super, compré carne picada y no la quiso comer. Me acuerdo que toqué el portero eléctrico, le conté a mi mamá lo que pasaba y me dijo: si no come, está por parir, subila. Y sí, a la media hora habían nacido tres gatitos en casa. Nos quedamos con uno, Dody, y a partir de ahí los gatos entraron a mi vida. Tienen una gran ventaja por sobre los perros: no nos necesitan tanto. Y son imprevisibles. Luis nunca tuvo gatos. Es más fan de los perros. Pero en estos cuatro años que llevamos juntos, una aprendió a quererlos. Y mirá cómo son las cosas: su favorito, una historia de los que vio pasar por acá, fue Tonnino, el que te llevamos! Creo que prefiere los perros porque se pueden compartir cosas con ellos fuera de la casa. Por una galga rescatada en una Fundación, por ejemplo le gista salir con ellos. Le gusta ir por la calle y que un perro vaya con él al lado. Eso es imposible con un gato.
A mí me resultaría muy extraño llegar a mi casa y que no haya un animal. Me resultaría vacía. Hay un movimiento, una energía que mueven que me parece imprescindible.
Cómo es la rutina?
A la mañana, médico. Uno de los gatos es cardíaco y toma su medicación mezclada con atún. Lo mismo hago con un gato que apareció en los techos con una herida terrible en el cuello. Y las gotas para los ojos de Ema. En la terraza me esperan dos o tres sin dueño, a los que les doy de comer. También hay un par de palomas que reconocen la rutina y les gusta el balanceado. Esperan a que los gatos terminen y van por las migas. También me ocupo de levantar la ropa que Visconti, uno de los gatos roba en lo de una vecina. Sí, esa es su rutina: entrar al lavadero de una casa vecina y traer lo que puede. Por lo general, medias y calzoncillos, pero ha llegado a traer remeras y zapatillas.
Cuando descubrí de qué casa venían las cosas, fui y toqué timbre: me abrió Cristina, a quien no conocía. Me presenté y le dije: -Disculpame, a vos te están faltando medias? Y rápido dijo: -¡No me digas que sos la dueña del gato blanco!. Lo tenían visto. Dos semanas después, nos invitó a cenar «a modo de agradecimiento» por devolverle las cosas. Fuimos con Luis. Lo más curioso fue que nos mostraron unos videos de nuestro gato entrando por una ventana y haciendo otras cosas en su casa. Cuando Luis está en casa, mientras yo me voy a los techos, él se va a comprar el diario con los perros. Los lleva sueltos, le gusta sentirlos al lado, que lo siguen. Si él no está, yo los llevo a la plaza.
Cómo se llevan entre ellos y el sapo Roberto?
Como somos muchos (hoy dos perros, tres gatos oficiales, 8 tortugas, 1 sapo), hay que convivir. Todos se llevan bien. Pierre, de hecho, se crió entre gatos y casi tiene el mismo tamaño. Ha jugado a lo loco con cada gato que entró a esta casa (varios estuvieron temporadas cortas porque logré regalarlos). A quien no tolera es a Cari Cari, una gata que nació en los techos y jamás se dejó tocar. Vive acá, en casa, pero distante. Es a la única que corre, que no deja estar en el jardín. Cuando apareció Pierre, 6 años atrás, pasaba algo curioso: las tortugas aparecían dadas vuelta. No entendíamos qué les pasaba. Es cierto que cada tanto pelean entre ellas y la manera de vencer es dar vuelta a la contrincante. Pero no podía ser que estuviera pasando tan seguido. (es peligroso, dadas vueltas se mueren) Hasta que descubrimos que era Pierre el que, sin lastimarlas, las agarraba y las ponía panza arriba. El sapo sólo sale de noche: nadie le lleva el apunte.
Encuentran en Ema las huellas del sufrimiento y abandono?
S:Yo no sabía de galgos. Entiendo hoy su docilidad y más me enternecen. Imagino a los galgueros obteniendo de ellos lo que se les antoje, sin demasiada dificultad. Ema no tiene rastros de maltrato. Podría haber tenido otro pasado, imagino. Sólo hay algo extraño en ella: no le gusta que le toquen la panza ni que la toquen mucho cuando duerme. Lo de la panza puedo suponerlo porque, parece ser, la usaron sobre todo para parir. Entonces hago una asociación entre su panza y los innumerables partos que probablemente tuvo.
L: Creo que hay tantos animales abandonados porque hay mucha pobreza y abandono. No es un razonamiento sofisticado. Basta ver lo que pasa con miles de nenes viviendo tan precariamente para entender que hay partes de este mundo donde hay otras urgencias. Pero también creo que está bien que unos se ocupen de los animales y otros de los niños, como de los ancianos abandonados, del planeta, de los agroquímicos. Es decir, no todos podemos ocuparnos de lo mismo. Todo vale.
Sobre la ley que prohibe carreras de galgos?
L: Imprescindible. ¿Maltratar y matar animales para diversión del hombre? Es perverso. Menos cuando hay dinero de por medio y se quiere disfrazar de tradición. Que salgan a correr los galgueros y los apostadores. Que se entrenen. Y que ganen.
Es BA una ciudad fácil para vivir con los perros?
L:Sí. En los últimos años hubo grandes avances: bares y comercios pet friendly, y los caniles en las plazas mejoraron muchísimo. El problema sigue siendo la gente: la que no levanta la caca en las veredas, por ejemplo. Y luego nos acusan a todos. Por otro lado, creo que hay algo a tener en cuenta, que es la confianza en el otro. Si yo veo que alguien va con su perro suelto, asumo que el perro es bueno. Que sino, iría con bozal, no? Lo mismo si uno necesita entrar a un negocio con su perro: el dueño sabe de lo que es capaz de hacer y de lo que no.
Por ejemplo, con Ema sé que puedo entrar a cualquier lado, que va a estar conmigo, que se va a portar perfecto. A Pierre debo controlarlo un poco más: puede que levante la pata.
Por qué Fundación Zorba?
S: Mi hijo, Baldomero, quería un perro. ya teníamos a Pierre, pero es chiquito y él quería uno grande. Ni Luis ni yo estábamos para albergar un cachorro, los dos trabajamos, no tenemos ya paciencia. Entonces empecé a escuchar sobre lo que pasaba con los galgos y descubrí la página a través de FB. La seguí un tiempo hasta que me decidí y les escribí por una perra que finalmente no fue porque no estaba probada con gatos. Me ofrecieron otros y ahí me vi en el dilema de cuál elegir, no podía, quería a todos. Les pedí entonces de adoptar a la perra que más lo necesitase y ahí llegó Ema desde la provincia de Santa Fé. Decidimos conservarle el nombre,para confundirla menos.
POR ISABEL DE ESTRADA
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