María Marull entiende a la perfección a los gatos. No sólo porque vivió 17 años con Hugo, sino porque desde que llegó Wilson, de manera inesperada, cada día con él es un aprendizaje.”Lo estamos descubriendo y eso es siempre una aventura, verlo crecer, entender su naturaleza. Se hace entender, tiene su propio lenguaje. Es maravilloso ese descubrimiento.” confiesa María.
“Los gatos son mágicos. Cariñosos. Intuitivos. Sanadores. Divertidos. Inteligentes. Tuve a Hugo 17 años, y nunca nadie me acompañó tanto de manera tan incondicional. Tienen un amor silencioso, una manera de estar sabia. Buscando lo bueno. El sol, el calor, el contacto. Cómo si con su sola existencia te dijeran: la felicidad es esto, no corras. Sé un poco como yo. Quédate al solcito conmigo. Durmamos una siesta. Los gatos son amorosos y sabios.”
“Wilson llegó el día de tormenta tremenda, la noche que salió campeón Rosario Central, en diciembre. En Pilar, lo vi casi flotando en el agua después del temporal, como la pelota del náufrago. Por eso el nombre. En medio de árboles caídos y cortes de luz. Empapado. Pensamos que estaba muerto pero no, tenía a penas una semana de vida, lo llevamos al veterinario y después casa y para que sobreviva le dimos mamadera cada dos horas durante varios días.
“El nombre aún está en discusión porque no hay consenso familiar. A algunos nos gusta Wilson, pero a otros no. Así que por ahora es Intendente Wilson Capuchino. O Gaturro Wilson. O quién sabe. Quizás sea el primer gato con nombre móvil y cambiante.”
“Por ahora no hay mucho de domesticado en Wilson, tiene instinto cazador así que todo lo que se mueve es atrapado por él, incluido nuestro cuerpo. Le gusta mucho jugar, saltar, y morder. Ronronea cuando muerde. Cuando recién se despierta está más tranquilo y cariñoso, es cuando aprovechamos para alzarlo y darle besos. Es muy tierno verlo desplegar su instinto.”
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