Ariel Flores, un nene de apenas 4 años, se convirtió en un “pequeño gran hombre”, como el personaje de Dustin Hoffman en el película homónima de 1970, bautizado así por su valentía y corta estatura. Pero lejos de los sets de filmación, en la historia de Ariel se conjugan la miseria y un milagro que le salvó la vida: el viernes al mediodía se perdió, cuando salió de su casa en medio de un cortadero de ladrillos de Santa Rosa de Calamuchita, para ir hacia otro cortadero ubicado a sólo 600 metros. Y fue encontrado 30 horas después por una señora, jugando en su patio en Villa Berna, a más de 20 kilómetros.
Ariel, nacido en Bolivia, vive con su papá Basilio Flores Delgado (38), su mamá Alicia Delgado Mamani (35), una hermanita de 2 años y un hermanito de uno, además de tíos y primos. Todos viven del cortadero de ladrillos. Caminó a campo traviesa, cruzando cañadones, sin comer, ni beber y con la única compañía de un perrito cachorro de sólo cinco meses, con el que se abrigaron mutuamente en la noche más fría del año. Es que hasta el jueves, en la provincia de Córdoba hizo temperaturas superiores a los 40 grados, pero el viernes hubo un abrupto descenso y a la noche no superó los 10.
“Estamos ante un verdadero milagro. Cuando pasaron las 24 horas de desaparecido, yo para mis adentros lo buscaba sin vida. Pensé que este chiquito había querido guarecerse acurrucadito para cubrirse del frío y había muerto congelado”, le contó a Clarín, quebrado por la emoción, el comisario mayor Miguel Castelló, jefe de Departamentales Sur de la Policía Cordobesa.
El oficial señaló que “Ariel se fue de la casa en Santa Rosa alrededor de la una de la tarde. Era habitual que se fuera de la casilla donde vive, que es muy precaria y está pegada al basural. Siempre se iba con su hermanita, pero esa vez fue solo, se desorientó y se perdió. El cuidador del basural, como conocía a los chicos, más de una vez los recogía, les deba la merienda y los mandaba de nuevo a casa. Esta vez, los papás se dieron cuenta de que el nene no estaba recién cuando el cuidador ya se había ido, lo que dificultó la búsqueda”.
Recién a las 10 de la noche, desesperados porque hacía nueve horas que el nene no estaba, los padres hicieron la denuncia. La Policía comenzó entonces un rastrillaje con perros por la zona, pero lo suspendió hasta el amanecer. Basilio y Alicia no se habían percatado de que también faltaba uno de los cachorritos de una de las perras.
Mientras, el chiquito, que sólo vestía un pantalón largo y una polera, siguió caminando, buscando volver a su hogar. Hasta que lo vencieron el cansancio y el sueño. Durmió en algún refugio natural que buscó a pesar de su corta edad, pero con sabiduría de quién le pelea diarias batallas a la vida.
La fiscal de Feria, Andrea Heredia, se sumó a la búsqueda junto al comisario mayor Castelló. Dirigieron un vasto operativo que incluyó el helicóptero policial, 80 efectivos, 120 bomberos y perros entrenados para la búsqueda de personas.
“Estábamos muy desesperados, no sabíamos dónde más buscar. La madre estaba muy preocupada. Pero el padre nos sorprendió porque estaba como acostumbrado a no saber nada del nene. Hasta que el sábado a la tarde, una vecina de Villa Berna llamó a la comisaría y avisó que en el patio de su casa había un nenito de las mismas características de Ariel, que jugaba con un perrito”, contó Castelló.
El policía agregó que “inmediatamente efectivos de Villa General Belgrano fueron al lugar y confirmaron que se trataba de nuestro chiquito. Lo contuvieron, lo mimaron y le dieron de comer unas galletas y gaseosa hasta esperar directivas de los especialistas. El nene tenía las zapatillas embarradas y verdes por los yuyos donde anduvo. Y el perrito estaba desfallecido por todo lo que caminó. Llevamos a Ariel al hospital, donde fue atendido por médicos y psicólogos y se comprobó que estaba bien”.
Finalmente, cuando se reunió con sus papás, el nene no abrazó a su mamá, sino a una tía materna. Y el padre sólo atinó a retarlo. “Ah, acá estás… No se vaya más solo”, dijo. El pequeño gran hombre bajó la vista y dijo “bueno”. Los policías y bomberos, emocionados por el milagro, invitaron a Basilio padre: “Si quiere, puede darle un abrazo. Agradezca que está vivo”. Recién ahí se aflojaron y lloraron de la emoción.