POR: Guadalupe Santomé Osuna
PH: Soledad Fernandez Arana
Retoque: Nicolas Fazzioli
Lucho se para en el escenario para hacer su rutina de stand up y divierte a su público. Pero cuando baja, tiene a una fan muy especial que lo espera en casa: Casimira, una mestiza de catorce años que le entrega todo su amor y respeto. Juntos, se entienden, se hablan y se acompañan. Desde ir a la plaza hasta encarar shows y aventuras, atraviesan la vida y comparten la curiosidad por el descubrimiento de nuevas experiencias.
-¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de un animal en tu vida?
Mi pescadito Martín. Mi mamá lo trajo del jardín de infantes donde era maestra jardinera, porque no lo cuidaban bien y fue mi primera mascota. Un tipazo. De pocas palabras, pero inolvidable.
-¿Cómo llegó Casimira?
Mis papás nunca quisieron tener perro, entonces ni bien me fui a vivir con mi entonces novia, ambos estuvimos de acuerdo en que era un planazo. Buscamos en varios lugares de adopción y hasta ya sabíamos el nombre. Hasta que mágicamente apareció ella. Estaban dando perros en adopción en Plaza Francia, y esta cachorra maravillosa con un ojo celeste y el otro marrón estaba en la misma jaula que su hermanito. Él mucho más flaquito y frágil que ella. La gente levantaba a uno, a otro (por la belleza infinita de ambos, era imposible no agarrarlos un ratito) y cuando volvían a su habitación provisoria, él se iba a una esquinita y temblaba de frío, miedo, o ambas. Y ella, ni bien la dejaban, se iba a abrazarlo. Y así lo calmaba. Me enamoré eternamente de casi en ese instante. Me costó separarlos, pero estoy seguro de que él también encontró un hogar lleno de amor.
-¿Por qué eligieron ese nombre?
Suena lindo y simpático. Y cuando la vimos por primera vez, con un ojo de cada color, el nombre tomó más sentido aún.
-¿Qué es lo que más identifica a Casimira? ¿Tienen similitudes entre ustedes?
Siempre está de buen humor y lista para la aventura. Le gusta mucho investigar lugares. Le gusta tanto nadar que creo que tiene algún antepasado foca. Y si hay gente nadando, ella les da vueltas alrededor, hasta que le agarran la cintura y los lleva a la orilla (o escalerita si es una pileta) y los salva de a uno. Entiende todo y con mi novia Poli coincidimos en que podemos tener conversaciones con ella que serán comprendidas a niveles mágicos.
¿Similitudes conmigo? A ella le gusta mucho estar con gente y no tanto con perros. Y a mí, al revés.
-¿Cómo hacés hoy, desde tu lugar, para crear conciencia y fomentar el cuidado y la adopción?
No sé si lo hago lo suficiente. Pero siempre que salga el tema, insistiré en que no compren perros, que adopten y que sepan que es un compromiso, hermoso, pero que requiere mucha responsabilidad y presencia.
-¿Tuviste algún susto con ella?
Cuando era muy chiquita, bajé a abrirle a alguien y ella me acompañó y decidió que quería ir a la plaza que quedaba a una cuadra. Se fue al trotecito y cruzó una calle. Se me detuvo el mundo unos instantes, pero no pasó ningún auto justo. A partir de ahí le enseñé a no cruzar jamás una calle ella sola y a que me avise cuando quiera ir a la plaza, que juntos es más divertido. Y 14 años después, sigue el trato vigente.
-A la hora de salir, ¿sos de ir a lugares pet friendly? ¿Te gustaría que se implemente más?
Vivimos en Palermo y en los últimos años la gran mayoría de los locales son pet friendly. Casi aprendió que me tiene que esperar en la puerta cuando entro a cualquier local, y ahí se queda firme, hasta que yo salga o la inviten a pasar. Esto último sucede cada vez más seguido y me parece hermoso. Entiendo que a muchos locales les puede complicar que entren perros, pero ya van aprendiendo que lejos de ser un inconveniente, un perro puede cambiar la onda del lugar y alegrarle el día a todos.
-¿Te acordás cómo era tu vida sin ella?
Incompleta.
DESTACADO
“Si alguien piensa en adoptar le diría que sepa que es una responsabilidad por muchos años, que e hay que estar. Y que anticipe qué va a hacer los días y las horas en las que no podrá estar. El perro necesita estímulos, propuestas, aventuras. Pero sobre todo compañía. Sentirse acompañado y dejar que te acompañe. Entiendo que esa es su misión.”
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