Incorporar el consumo responsable a los distintos aspectos de nuestra vida cotidiana implica considerar a los seres con los que vivimos no sólo los humanos sino también a nuestras mascotas. ¿Cómo puede asumirse una postura responsable con nuestros perros o gatos? Les comparto aquí algunos tips que empecé a incorporar para que mi cocker también se sume a la movida del consumo responsable!!
Fuente: Sustentator
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En principio, hablar de consumo responsable y mascotas me obliga a plantear un tema que considero crucial: la compra de animales. Las mascotas no lograron escapar a la lógica del mercado capitalista y se han convertido también ellas en mercancías que se intercambian por dinero. He aquí el primer problema! Los perros y gatos no deberían comercializarse sino darse en compañía a una familia que le brinde todo su amor. Siempre que algún familiar o amigo tiene ganas de tener una mascota, le explico la importancia de no dar su voto a través de la compra de un animal sino de adoptar.
Aquí nos adentramos en otra cuestión importante: no pensemos únicamente siempre en la raza, ser responsables con nosotros, con los animales y con la sociedad implica también darle un techo y amor a aquellos animalitos que están en la calle y que esperan de nosotros cariño y afecto.
Mi perra llegó a mi vida porque justamente su anterior “papá” (prefiero no hablar de “dueño” ya que siento que refuerza esa actitud de superioridad sobre el animal) buscaba a alguien que realmente la cuide y la quiera. No buscaba nada material, sólo quedarse con la tranquilidad que había entregado a uno de sus tres cachorros a una persona responsable. (y creo que no se equivocó)
Disfrutando ya de la mascota en casa, me pregunté: ¿Cómo podemos hacer para asumir una conducta responsable como consumidores? Desde que me embarqué en este largo y complejo camino de la sustentabilidad decidí también cambiar algunos hábitos vinculados con mi perra y aquí se los comparto…
Juntar sus necesidades. No podemos elegir el lugar en donde nuestro perro haga sus necesidades pero sí podemos, y debemos, hacernos responsable por ello por respeto al medio ambiente y a nuestros vecinos. Antes juntaba sus necesidades con bolsas plásticas: grave error!! Hasta que empecé a darme cuenta que había varias cosas que perdían su uso en la cotidianidad y que me permitirían sustituir las bolsas plásticas (un objetivo claro que también me había propuesto como fundamental). Así fue como, luego de consumir su interior, empecé a reservar distintos envases plásticos de alimentos. Hoy, junto las necesidades de mi perra con algún paquete de fideos o con la bolsa del pan lactal y lo tiro responsablemente en el cesto correspondiente, no así en el señalizado para residuos reciclables. Otra alternativa es utilizar papel de diario.
Limpieza e higiene: reservarle sus utensilios. A fin de evitar usar elementos descartables como papel absorbente para limpiar u otros similares, he optado por reservar un trapo y una esponja exclusivos para limpiar los platos de mi perra. Le coloqué una inscripción con su nombre así no se confunde con los artículos de mi uso diario. De igual manera, mi cocker tiene sus respectivas toallas para cuando tengo que bañarla.
Comprar lo necesario. Las mascotas no sólo fueron víctimas de la lógica capitalista ellas mismas como producto sino que, además, ha crecido toda una industria a su alrededor de increíble manera. Hoy, más que veterinarias, hay locales que son exclusivamente shoppings de artículos para perros y gatos. Tal como lo aplicamos en nuestra acción diaria de compra, también debemos pensar en qué cosas son realmente necesarias y funcionales para nuestros animales. No dejarnos llevar por las publicidades marketineras sino pensar antes de comprar en función de las necesidades de la mascota.
Aprovechar lo que hay en casa. Para este “no comprar de más” es vital comenzar a ver aquellas cosas que el día a día no utilizamos para nosotros pero que sí aún pueden cumplir una función para nuestras mascotas. Retazos de tela unidos pueden hacer un hermoso colchón para que duerman o, con creatividad, podemos diseñarles nuestros propios juguetes. En este sentido, mi perra se ha vuelto una gran compañera a la hora de separar los residuos para aplastar botellas y compactar el cartón: jugamos y reciclamos al mismo tiempo! En mi caso particular, mi cocker atravesó algunos problemas de salud y tuvieron que operarla en más de una ocasión. Para evitar que se toque las heridas pos-operatorias tenía que cubrirla. Por lo que, agarré remeras mías que ya no usaba con frecuencia y las corté, cocí y amoldé a su silueta. Una reutilización práctica para un momento de vital necesidad.
Donar cuando ya no se necesita. En relación con lo anterior, creo que también es importante tener en cuenta cuándo ya nuestro perro no usa alguno de estos productos que compramos, para dárselos a otros que sí lo requieren. Y este consejo abarca dos aspectos, desde lo más entretenido a lo más urgente en términos de salud. Por un lado, nuestros perros crecen y quizás el primer abrigo que le compramos ya no le queda, no lo tiremos. Veamos si algún amigo lo necesita o donémoslo. Recientemente, una amiga sumó un integrante canino a su familia y le regalé un plato de más que tenía guardado porque me lo habían regalado, un juguete con el cual mi perra ya no se divertía y un abrigo de cuando era más chica. No sólo fue un gesto cariñoso hacia mi nuevo “sobrino” sino que incluyo también a mi amiga en esta cadena de consumo responsable. Por otro lado, y desde una perspectiva más seria, controlemos el vencimiento de los medicamentos. Aquel antibiótico que ayer sirvió para curar a nuestro animal hoy puede ser de utilidad en los numerosos centros de rehabilitación y hospedaje de animales de la calle que cuentan con escasos recursos económicos.
Son apenas algunos unos primeros pasos para incorporar a nuestros amigos más fieles en esta forma de vida más responsable y más sustentable. Ustedes, ¿Ya los sumaron a la iniciativa? Los invito a compartir sus experiencias así transitamos este camino juntos, dejando una huella más responsable sobre este hermoso planeta.