La ilustradora Luli Katz es sincera, la adaptación con Mini fue lenta. Si bien la gata es súper tranquila, ellas ya habían vivido solas por 5 años. Después se sumó su novio, y dos años después su hijo Gregorio. Los primeros meses Mini mantuvo distancia, pero de a poco se fueron encontrando, hoy juegan y ella sabe cuando retirarse porque Gregorio con un año y medio puede ser algo bruto.
Fotografía Martina Zamudio
¨Mi lado salvaje está bastante domesticado, soy una gata de ciudad sin dudas! Y la parte más humana de Mini es la que conecta con las emociones, ella siempre está para cuidarnos.¨
“Mini me inspiró y fue fundadora de lo que hoy es mi trabajo, ella fue mi primer retrato, ella fue mi musa para todo esta magia que yo tenía adentro.
“Si mini fuera humana y artista probablemente sería Chagall, surrealista, pintando cuadros de ensueños, por supuesto llenos de mundos misteriosos dignos de todo gato.
Lo animales me han enseñado mucho, sobre todo en lo que respecta al amor, el amor tiene tantas formas como querramos que tenga, no importa si somos humanos, perros, gatos, tortugas, lo que importa es lo que sentimos, que puede ser muy fuerte! No imagino mi mundo sin ella.
Cuenta de ig @luli_katz
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