El Bullmastiff se ha convertido en un perro de defensa muy eficaz. Se cuenta que una noche que los dueños de la casa no estaban, un ladrón entró en la propiedad. Los criados soltaron al perro que embistió al extraño brutalmente y lo tuvo retenido en el suelo durante horas hasta que los dueños llegaron.
Oficialmente, el Bullmastiff procede del Reino Unido y si bien existen referencias anteriores de perros de porte similar en Gran Bretaña, lo cierto es que la raza no fue reconocida por el Kennel Club británico hasta 1924.
Sin embargo, ya por el siglo XV y XVI hubo en la Península Ibérica unos perros de características muy similares al Bullmastiff moderno, llamados genéricamente “Perros de Toros”. Se dice incluso que en el ajuar de la futura esposa de Enrique VIII, Catalina de Aragón, se incluyeron varios de estos fieros animales. En esa época, los espectáculos tan sangrientos, como las peleas de perros contra toda clase de alimañas feroces, estaban muy de moda.
Cuando éstas peleas de perros con toros, osos y otras bestias cayeron en desuso, en España y Portugal, los perros quedaron sin ocupación, desapareciendo en su mayoría. Pero en Inglaterra buscaron alternativas. De ahí, que a principios del s. XVIII los Guardabosques ingleses empezaran a seleccionar un nuevo tipo de perro al que llamaron “Gamekeeper’s Night Dog” (Perro de noche del Guardabosques). Este perro provenía del cruce, más o menos selectivo, de los descendientes de esas estirpes de valientes luchadores, y son esos lo que se considera que están en el origen del Bullmastiff. La raza ha conservado sin demasiadas variaciones el carácter y el tipo que procuraron los Guardabosques.
Justamente porque en el pasado el Bullmastiff fue utilizado en Inglaterra como guardián de los grandes cotos privados de caza, con el propósito de perseguir y apresar a los furtivos (el perro derribaba con su cuerpo y se echaba encima para inmovilizar al extraño completamente), es por lo que todavía hoy la raza conserva intacta esa característica, una de las más apreciadas y la que mejor le distingue y le separa del resto de los grandes molosos. No en vano, el Bullmastiff sabe medir perfectamente su fuerza y nunca ataca, a priori, para hacer sangre.
Ello tiene su justificación en el hecho de que históricamente ha convivido bajo el mismo techo que sus guías, los Guardabosques, quienes conscientes de la importancia de afianzar ese rasgo de su carácter y tamizar su anterior fiereza, optaron, hace más de tres siglos, por introducirlos en sus casas y compartir el calor del hogar y el ambiente familiar con ellos. En esos ratos de descanso, sus “Night Dog” estaban con los hijos, con la esposa y con el amo, disfrutando de un rato de tranquilidad, jugueteando con los niños en vez de ser relegados a la zona en la que se guarecían el resto de perros y de animales domésticos o al exterior.
Así, poco a poco, tamizado el carácter antes fiero y agresivo del perro de toro, el Guardabosques sentó los principios de lo que hoy es un animal eminentemente familiar, que adora a los niños y que se adapta perfectamente a todo tipo de ambientes (ciudad o campo), pero que para dar lo mejor de sí mismo necesita, siempre, sentirse parte de la familia y no ser relegado al mero rol de perro de guarda. Sólo así desarrollará completamente su excepcional instinto de protección hacia los suyos.
El Bullmastiff es un perro muy potente y seguro de sí mismo, dos características que le vienen transmitidas generación tras generación, y como tal hará poco alarde de su poderío físico (¿para qué?), evitando al máximo la confrontación con terceros. Pero es además un guardián inteligente, discreto, eficaz y con enorme capacidad de discriminación; poco ladrador, sumamente casero, que se adapta fenomenalmente bien a la vida en piso y en ciudad y que tiene especial predilección por el orden en todas las cosas..