Cazador despiadado de liebres, zorros o lobos, el Barzoi es el galgo de la nobleza rusa anterior a la revolución de 1917 que lo educaba en jauría, conjuntamente con jaurías de perros corredores. Desde finales del siglo XIX lo vemos en grandes criaderos de Europa y América.
A principios del S. XX, el Barzoi o Galgo Ruso adquiere un prestigio y un aprecio entre la sociedad del intervalo de entre guerras. Numerosas representaciones (cuadros, bronces, tarjetas postales, anuncios,…) han quedado como testigos de esa época. Pero con la Segunda Guerra Mundial, su fama desaparece y se suma, como la mayoría de los galgos, en el semianonimato de los apasionados de esta raza.
Raza más bien tranquila y reservada en apariencia, es en realidad un perro tierno que necesita amor para abrirse totalmente. Es un can voluntarioso y algo caprichoso. No hay que dejar que se salga con la cuya ni concederle los caprichos si no queremos convertirlo en un perro insoportable. Todos los criadores coinciden en que hay que tener con él «mano de hierro en guante de terciopelo». Muy tranquilo en casa, es un perro siempre dispuesto a correr en exterior detrás de todo lo que se mueve y en esos momentos es muy difícil retenerlo.
Perro de aspecto aristocrático y elegante, posee una constitución seca y robusta. Su construcción es tirando a alargada. Forma parte de las razas más grandes del género canino, midiendo generalmente entre 80 y 85 cm los machos y entre 72 y 78 cm las hembras. Sus principales características (fácilmente apreciable) son: una cabeza larga, fina y cincelada, unos ojos negros almendrados, unas pequeñas orejas finas y móviles, un esqueleto plano, unos pies típicos de los galgos y un pelaje ondulado y sedoso.
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