Luego de subir dos veces la montaña más alta de América, su dueño quiere que se le reconozcan sus derechos laborales.
Oro se convirtió en perro guía tras subir dos veces al Aconcagua y próximamente al Denali, la montaña más fría del mundo en Alaska, junto a su dueño Ignacio Javier Lucero, .
Lo cierto es que el can trabaja a la par de su amo que es guía de montaña y hoy reclama que el animal pueda acceder cuando se retire a una jubilación.
Lo que parece una idea descabellada no lo es. En Pakistán los perros que trabajan tienen aportes y están inscriptos para poder percibir la jubilación.
“En ese país los burros y mulas utilizados por los militares tienen distintos grados de sargento y, una vez que dejan de trabajar, se jubilan y tienen derechos. A Oro yo lo considero un perro de trabajo y tiene que ganar en los derechos laborales», remarcó su dueño.
Detrás de este pedido se esconde una historia muy conmovedora. Oro llegó a la vida de Ignacio en su peor momento cuando sufrió un ACV y un infarto en el Himalaya. Allí se conocieron y nunca se separaron. «Él empezó a vivir en la puerta de mi casa y yo lo empecé a entrenar, aunque en realidad nos empezamos a entrenar juntos porque fuimos aprendiendo», recordó el guía.
Al adoptarlo, Ignacio notó que compartía la misma pasión: tenía un gusto especial por la montaña. «Se me ocurrió utilizar una disciplina que se llama canicross que consiste en utilizar la energía del perro. Si bien se practica en zonas urbanas, yo la empleé en altura», precisó.
Así fue que en 2016 subieron por primera vez al Aconcagua. Allí Oro mostró sus habilidades: anticipa las tormentas, marca huellas, establece tiempos de descanso, de hidratación y de fin de jornada, entre otras. Ambos volvieron a repetir la hazaña a principios de este año.«Por mis problemas de salud yo tenía prohibido volver a subir el Aconcagua y sin él no hubiera podido volver a hacerlo», remarcó.