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Lula siempre estuvo conectada con el mar. Documenta su vida desde hace ocho años a través de su instagram @Water.Journey y poco a poco fue descubriendo cuál es su lugar en el mundo. Primero estuvo acompañada por Titán, que le abrió camino a nuevas experiencias y tras su fallecimiento llegó Mana para motrarle que el corazón siempre tiene un lugar para uno más. A través del arte, el océano y su conexión con los animales, intenta dejar un mensaje de conexión con la Tierra y todo lo que nos rodea de forma sagrada.
Por Guadalupe Santo Osuna
Fotos Flor Bracco
¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de un animal en tu vida?
El primer recuerdo que tengo de un animal en mi vida es desde que nací, porque mis padres son los dos veterinarios, me crié en una casa muy perrera, siempre tuvimos perro. Cuando yo nací había un pincher enano que se llamaba Anshu, que vivió hasta los 12 años y cuando cumplí 13 a Tuz, un Vizla que fue un perrazo y unos años después vino Camu, tuvimos una pareja de vizsla casi 15 años. Y bueno, después de muchos años de laburo y estudio estuve casi diez años sin perro hasta que llegó Titán.
También llegó Ciro, que es el guardián de la casa donde vivimos, porque una de las condiciones del alquiler de la casa era que pudiéramos cuidar de él, pero él terminó cuidando de nosotros. Él además de ser el más bueno, cariñoso y dulce también es muy guardián. Es el gran compañero de Mana. El nos cuida y nos protege a la noche, es un perro bien terrenal, bueno y tranquilo.
¿Cómo llega Mana a tu vida?
Mana llega de una forma muy inesperada, de una mano muy especial que me la trajo en un momento muy difícil porque yo estaba atravesando el duelo de mi perro anterior, Titán, al cual lo había buscado un montón. Estuve casi un año en Buenos Aires intentando adoptar y buscando cuál iba a ser mi perrito y no encontraba y cuando llegué acá (en Punta del Este) tuve algunas opciones de adopción que no se dieron y finalmente fue amor a primera vista. Después transitando el duelo, creo que fueron dos meses desde que Titán se había ido, una amiga me la trae a Mana que era bebé, tenían 20 días y yo le dije que no quería, que estaba transitando un duelo y que no iba a poder. Igualmente le dije que me la deje unos días “para ver que onda” y nada… me enamoré a las dos horas. Ella vino a alegrar mis días y a ser mi compañera.
¿Qué cosas cambiaron desde su llegada? ¿Se pudo adaptar bien a tu estilo de vida?
Mi vida cambió muy positivamente desde su llegada porque ella se transformó en mi gran compañera. Brinda mucha alegría a la casa, a nivel emocional también es mi gran compañera y al tenerla de tan chiquita tuve que aprender ese primer año a criar un cachorro.
Tuve que aprender la crianza por refuerzo positivo y otras formas de comunicarme con ella que para mi fueron nuevas, pero con su energía tan cálida y llevadera pudimos crear un vínculo hermoso que hoy nos encontramos compartiendo juntas y creando una vida cerca del mar. Desde muy chiquita me di cuenta de que le gustaba mucho el agua y subirse a las tablas, así que cuando fuimos a la playa, meternos al mar fue algo muy natural para ella y yo de a poquito le fui enseñando a subirse a la tabla: primero en el jardín, que ella se subía sola porque me veía que las estaba manipulando y se ve que se daba cuenta que era una situación especial para mí, y después en la playa. La primera vez que la llevé a la tabla ella solita se quiso subir y quiso disfrutar eso conmigo. Todos sus paseos son en la playa así que nuestra vida está muy cercana al océano. Nuestro match fue espectacular.
¿Cómo describirías tu relación con el mar y con los animales?
El mar cambió mi vida para siempre. Cuando fundé Water Journey, hace ocho años, me vi cautivada, tuve un flechazo con el océano a través del surf y del stand up paddle y de a poquito me puse como objetivo estar más cerca del mar y poder abrirme a todos los conocimientos que me estaba brindando desde un plano mucho más sutil y todo lo que me dio fue muy positivo. Me regaló el arte porque toda la inspiración de mi expresión artística sale de ahí, me hizo darme cuenta de que este estilo de vida más tranquilo y cerca de la naturaleza es el que va con mi ideología y con lo que pienso.
Los perros me acercan mucho a esa sintonía de estar sintiéndome parte de la Tierra. Los humanos muchas veces pensamos que no somos parte de la naturaleza cuando en realidad nosotros somos la Tierra y somos la naturaleza, y eso los perros lo saben muy bien por su instinto. Sus ganas de estar en presencia me recuerdan eso, que somos la Tierra, animales instintivos y creo que está muy de la mano con todo mi camino de crecimiento personal.
¿Qué cosas crees que tienen en común Mana y vos?
Mana y yo tenemos en común que somos muy sociables, muy alegres, también es muy cariñosa y yo también. A veces es un poco impaciente y en eso también me espeja bastante. Tiene una personalidad bastante parecida a la mía en los social podría decirse y también es muy curiosa como yo.
¿Cómo le enseñaste a navegar en la tabla con vos? ¿Hubo miedos?
Es una historia de amor a primera vista. Cuando llegó a casa que tenía 20 días yo estaba lavando mis tablas en el jardín, ella se quiso subir y desde ahí nunca más se bajó. Le fui enseñando en el jardín con refuerzo positivo porque al principio no podía salir por las vacunas, y cuando fuimos a la playa le salió de una. Otra cosa que tenemos en común es que tiene mucho equilibrio, entonces cuando se subió a la tabla estaba en su salsa porque lo que más hay que tener es equilibrio. Cada vez que se sube lo disfruta un montón.
Al principio yo la llevaba con correa y después me di cuenta que cada vez empezó a nadar mejor así que la puedo llevar sin correa. Ahora estoy tratando de conseguir un salvavidas porque ya se mete bastante adentro y podemos hacer varios kilómetros juntas, por eso es importante una protección para ella. Capaz que en medio de la navegada ella se tira, nada un poquito y después se vuelve a subir.
¿Qué cosas las hacen inseparables?
El amor que nos une. Estamos completamente enamoradas, ella me entiende perfectamente cuando yo le hablo, sabe cuidar la casa cuando me voy, sabe que cuando yo entro a surfear ella me tiene que esperar en la sombrilla y cada vez que me agarra una ola me viene a buscar. Creo que nuestro vínculo que está tejido por el mar, por el bosque y por nuestra casita está muy fuerte. Nos une esta vida.
Estuviste de aventuras en el sur de la Patagonia argentina, ¿cómo fue esa experiencia?
La Patagonia es un lugar muy mágico y especial para mí e intento ir todos los años a esquiar y fue hermoso ir (esta vez). Estoy haciendo un proyecto con una amiga, Milagros Yogarock, una artista uruguaya, con la que estamos filmando una película que se va a estrenar el año que viene. Un pendiente que tengo es poder llevarla a Mana a la nieve, yo creo que se va a dar.
Hablemos un poquito de Titán, el perrito que te acompañó durante tantas cosas, cuál es tu recuerdo de él? ¿Cómo transitaste el duelo?
Titán fue un ángel que me vino a acompañar ni bien llegué a Uruguay. Yo estaba buscando perrito en Buenos Aires y no conseguía… yo sabía que cuando llegue acá una de las primeras cosas que iba a hacer era buscar a mi perrito. Estuve casi dos meses buscando y cuando vi su anuncio, vi su carita y no lo dudé. Lo fui a conocer hasta Piriápolis y ese mismo día me bajé de la camioneta, lo vi atado y dije la palabra “Titán” y él me miró a los ojos… fue muy especial, ahí sentí que era mío. Ese mismo día el chico que lo tenía me dijo que me lo podía llevar porque ellos no lo podían cuidar más. Estaba atado todo el día ahí sin salir y muy flaquito, así que se subió al auto conmigo y empezamos nuestra aventura juntos.
Titán estuvo conmigo cinco meses, fue muy corto nuestro tiempo pero a la vez fue la época más mágica porque yo estaba recién llegada acá y todo era nuevo, empezaba a incluir al mar en mi rutina diaria, Water Journey estaba creciendo un montón y también estaba conociendo a toda mi familia de acá así que fue mi compañero en esos días. Creo que los dos estuvimos en un proceso de sanación muy fuerte en el cual yo venía de desarticular mi vida emocional, laboral y social de la ciudad para empezar un nuevo estilo de vida y él tenía un año ya cuando lo agarré. De alguna forma estaba empezando otro estilo de vida conmigo, para él era todo nuevo también. Casualmente también Titán entendió de una y se quiso subir a la tabla solo así que también compartíamos eso.
Titán falleció en un accidente de autos, que para mí fue bastante traumático y doloroso, pero creo que él fue mi gran ángel, el que me la mandó a Mana, que aparte se parecen hasta físicamente. Creo que la conexión que tuvimos con Titán siempre está reflejada en Mana. Siento que de alguna forma ahí estamos muy conectados y eso me llena el alma.
Titán me enseñó que el vínculo entre dos almas tiene más que ver con la calidad que con la cantidad y yo siento que ese tiempo que nosotros vivimos de tanta magia y plenitud es lo que nuestras dos almas necesitaban para sanar y para empezar este nuevo capítulo de la vida.
El primer mes del duelo fue muy difícil pero a la vez me agarró en un momento de la vida donde ya había transitado varios duelos y creo que era justo lo que necesitaba para terminar de fortalecerme como mujer. De a poquito empecé a hacer las cosas cotidianas que hacía con él y la cercanía al mar me ayudó mucho porque sentí que de alguna forma me conectaba con él, aferrarme a las cosas que me hacían sentir viva.
Justo cuando él falleció yo me tenía que ir a filmar una película a Puerto Madryn, que eso me ayudó mucho y a la vuelta pasaron un par de semanas y llegó Mana, que fue la que más me ayudó a transitar el duelo. Yo seguía muy mal por haberlo perdido a Titi pero ella con su forma y al ser tan cachorra y necesitar tanto cuidado y rutina me trajo al presente de una forma muy práctica, que al principio me resistía pero vino a comprobar que siempre tenemos espacio y lugar para abrir el corazón un poquito más cuando menos lo esperás.
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