El Shih Tzu es una raza de perro sumamente antigua (los primeros datos encontrados sobre ellos datan del siglo X a.c originaria de China. No hay una opinión generalizada sobre su origen, pero se suele dar como aceptable que descienden de los parecidos perros tibetanos Lhasa Apso.
El Dalai Lama, queriendo llenar de regalos al emperador chino, le regaló algunos ejemplares de esta raza. Terminando el siglo XIX, Ts’eu-hi, emperatriz que era la abuela del último emperador, era una gran admiradora del Shih Tzu y por ello tenía más de un centenar y cuidadores especializados. Cuando en 1908 murió la emperatriz, el Shih Tzu sufrió un duro golpe.
Como los Lhasa Apso, los Shih-Tzu son una raza ligada en cierta manera con la religión budista. Los chinos los criaban y acicalaban para que parecieran en cierto modo leones.1 Incluso el nombre de la raza, «Shih-Tzu», significa «Perro león», cosa que también se suele achacar al ladrido fuerte y profundo de estos animales.
Toda la herencia genética de los Shih-Tzu proviene de siete parejas de perros, uno de ellos pequinés, que gracias al esfuerzo de varios historiadores han podido ser identificados.
A lo largo de su crecimiento tienden a volverse más cariñosos en especial con los niños, y físicamente no son de muy alta estatura y tienen pelo bastante largo el cual puede ser de diversos colores y es generalmente lacio aunque puede tener una pequeña ondulación. Tiene patas cortas. Son perros relativamente pequeños. Este perro tiende a ser tierno y cariñoso aun con personas desconocidas. Son muy jugetones aunque tienden a tener malas costumbres.
Hay que tener cuidado, también, con la alimentación: son perros de estómago delicado, normalmente no aceptan bien otra cosa que no sea alimento seco. Los veterinarios recomiendan darle leche deslactosada ya que muchos de ellos no toleran la lactosa.
A los Shih Tzu hay que cuidarlos con tiempo y paciencia. El cuidado del pelo es el que más tiempo requiere, ya que hay que cepillarlo y lavarlo frecuentemente. Pero con cuanta más frecuencia se le cepille y se le desenrede el pelo, menos tiempo habrá que dedicarle a cada sesión. Es mejor cepillarle con un cepillo de cerdas de jabalí, ya que hay que hacerlo con el instrumental adecuado, y luego acabar la tarea con un peine de púas anchas.
A los perros que salen a la calle con menos frecuencia hay que bañarlos una vez al mes y a los perros que salen normalmente una vez cada diez días, usando champú líquido suave tanto para unos como para los otros. Además, antes de meterlo en la bañera hay que desenredarle el pelo para evitar que haya más nudos, y que los nudos que ya están se aprieten más con el agua. También hay que peinarle al salir de la bañera, y secárselo con esmero. Hay que cuidar de su peinado recordando que es un perro y no un juguete.
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