La increíble historia de los perros del ferrocarril

Desde hace un tiempo, cuidadores y trabajadores del ferrocarril armaron una especie de cuchas en el andén para las mascotas que andan por el lugar. Ésta es la historia de los perros ferroviarios.

En la estación del ferrocarril Belgrano es el refugio de muchos perros de la calle. Allí, Franco un joven que trabaja en el puesto de control, se encargó junto a otros compañeros en armarles unas cuchas y que no les falte agua ni comida.

En este especie de «hotel perruno», como lo llama la gente de la estación, los animales están protegidos y cuidados, pero pronto llegará el invierno y ellos necesitan de la colaboración de todos para seguir estando en buenas condiciones. 

Negro, Guachudo y Tóxica, son algunos de los mestizos que tienen el honor de formar la cuadrilla de los «perros ferroviarios». Además está Cabezón, un perro que se asemeja a un ovejero alemán que haciendo honor a su origen callejero, no estaba en el momento de la entrevista.

«Cuando llegué a trabajar a este lugar, Negro ya estaba durmiendo. Él solo sabe de comer, tomar agua y dormir; Guachudo es el cazador que no se cansa de correr y luego conocí a Tóxica, que en ese momento tenía sus cuatro patas pero un accidente en las vías hizo que la perdiera», contó Franco.


Perros ferroviarios

Algunos de los perros que viven en el andén tuvieron la oportunidad de encontrar un hog
ar fijo, pero ellos volvieron a la estación a buscar el cariño de los trabajadores del ferrocarril que son su verdadera familia. «Un compañero quiso llevarse a Cabezón a su casa pero no pudo. Lo mismo ocurrió con Guachudo que se lo quisieron llevar, pero cuando escuchó la bocina del tren se escapó y volvió a la estación», relató el trabajador.

«A mí me da lástima que vivan así, pero acá tienen un hogar y mucho amor. Lamentablemente hay muchos animales perdidos en la ciudad. Por suerte, rescaté muchos. Es un lugar de paso para los que no tienen hogar», afirmó el joven.

Los perros son tan cuidadores como los hombres que trabajan en el lugar. «Ellos van con nosotros a esperar el tren, nos acompañan en los recorridos. También nos cuidan a nosotros porque por las noches estamos solos pero ellos son educados, nunca mordieron a nadie», contó el joven.

Amor por los animales

Franco trabaja como cuidador en los ferrocarriles desde hace un año y medio. Lo hizo en la ciudad de Córdoba y ahora está en San Francisco. «En cada puesto donde trabajo hay perros de la calle y en cada lugar me encargo de armar cuchas. Cuando empecé a trabajar ellos tenían algunos trapos pero hoy trato que tengan sus cuchas limpias y que no les falten ni agua ni comida».

El joven no está solo en la noble tarea. «Los chicos acá me ayudan mucho a cuidarlos. Les traigo comida desde casa o si estoy trabajando pido a los vecinos que me vayan a comprar balanceado. También cuento con el apoyo de las voluntarias de la Protectora de Animales ´Mario Gemelli´».

Para Franco, estos amigos son todo en su vida. «Para mi ellos significan mucho. Cuando mataron mi perro en un intento de robo y encontré cachorros muertos en las vías del tren, sentí la necesidad de ayudar a todos, a los que están vagando sin hogar».

FUENTE: LA VOZ DE SAN JUSTO