Los científicos de la Universidad de Colombia estudiaron y descubrieron porque a los perros les gusta roer, morder y jugar con los huesos. Ellos comenzaron a estudiar a los ancestros de los perros.
Ellos fijaron su atención en los antepasados de los cánidos, los lobos, chacales, y zorros los que por instinto rasgan a sus presas cuando las muerden. Ello se da desde hace 8 millones de años cuando comenzaron su evolución y empezaron a cazar en grandes grupos, incluso cazando animales mucho más grandes que ellos.
La evolución se fue dando poco a poco y en algunos se modificaron tanto las mandíbulas que se convirtieron en hipercarnívoros los que se alimentan mayormente de carne fresca. También se les fue modificando sus dientes, se transformaron en más puntiagudos para sostener y perforar mejor las presas.
Todos los cánidos no evolucionaron de la misma manera, así lo realizaron los antepasados del lobo gris, el perro común es antepasado del lobo gris.
Los científicos dicen “Como ha habido un proceso de domesticación y se han generado muchas razas de perros, hay algunas que aunque les encante jugar pretendiendo que están cazando, no tienen la misma fuerza de un lobo gris. Pero hay muchas que si se parecen a sus ancestros: el pastor alemán, el pastor belga, el siberiano. Todos esos perros todavía mantienen la capacidad”.
A pesar que ahora están en otro hábitat donde no tienen que conseguir la comida y la mayor de las veces comen comida concentrada, igual mantienen la herencia y la necesidad de morder aunque sean huesos sintéticos, de correr tras la presa y luego sacudirla. Como muchos no lo pueden hacer, lo hacen con los juguetes.