La ciencia respondió a una incógnita presente desde hace tiempo: qué podría pasar con los perros si los humanos se extinguieran. Enterate más al respecto.
La relación entre los perros y los humanos existe desde hace miles de años. Estos animales han sido integrados a las sociedades humanas tanto por sus habilidades para la caza como por la protección del hogar. No obstante, ante los cambios que se registraron en los últimos siglos, los caninos se convirtieron en animales de compañía más que para realizar otras tareas.
Este proceso de domesticación modificó el comportamiento de los animales, haciéndolos dependientes de las personas. Incluso se llegó a tener la creencia popular de que esta especie no podría sobreviviren caso de que los humanos se borraran de la faz de la tierra.
Jessica Pierce, investigadora de la facultad del centro de Bioética y Humanidades de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos explicó que «sin duda los caninos sobrevirían sin los humanos». Esto se debe a que los perros descienden de los lobos y todavía «cuentan con gran parte del repertorio de comportamiento de los lobos y otros canes salvajes, por lo que saben cómo cazar y hurgar”, explicó en una entrevista para la revista «LiveScience».
La investigadora explicó que en el mundo sin humanos los cánidos «se regirán por medio de la selección natural», donde solo los más aptos podrán sobrevivir, sus hábitos reproductivos no serán diferentes y como resultado se dará aún más la mezcla de distintas razas.
Estos “perros del fin del mundo” también podrían cruzarse con los lobos para crear híbridos que se adapten mejor a los nuevos hábitats. De acuerdo con Friederike Range, una científica y académica de la Universidad de Medicina Veterinaria en Viena, este fenómeno ya está ocurriendo en países de Europa.
Jessica Pierce detalló que, en cuanto a los entornos domésticos, los humanos reprimen muchos comportamientos de los perros, como por ejemplo se les limita dónde hacer sus necesidades, no les permiten merodear en las calles o cavar en los parques y jardines. La bioeticista explicó que, si este sentimiento primitivo lo mantienen, es gracias a los perros callejeros que «no tienen estas restricciones».
En esa línea declaró que “lo que sí tienen y de lo que carecen los perros es de libertad”, marcando así la diferencia que hay entre los callejeros y los caninos hogareños. Incluso consideró que los primeros tiene una “estabilidad psicológica mayor» ante las diversas acciones que pueden realizar, sin la necesidad de que un humano se las apruebe o no.
La especialista en etología cree que la comida es una consideración más importante que la compañía humana en el bienestar de los animales.